olvídate si estás aquí,
tus ojos se acomodan a la suave brisa de tu rostro,
pánico escénico caen claveles tras la fobia dulce y gris,
nacer y yacer en el suelo de mis hombros,
ni una espina ni siquiera la de tu esposo,
amargadas sus palabras,
los cielos rojos, perdidas las nubes de un ciego sordo,
y cortar las flores entre tus ojos,
y sembrar las flores de un futuro remoto.